La trayectoria de Milton Revilla, excomandante del Ejército venezolano, expusó —según su testimonio— una red de complicidades entre el poder estatal y organizaciones criminales internacionales que se habría consolidado en Venezuela durante más de dos décadas. En una entrevista con Infobae TV, Revilla reconstruyó su experiencia como testigo y víctima de ese entramado, así como las consecuencias personales de haberlo denunciado.
“Desde el inicio entendí la dinámica del conflicto fronterizo: contrabando, secuestro. Pero en el año 2000, cuando mi unidad fue asignada al Catatumbo venezolano, comencé a detectar apoyos directos de miembros de la inteligencia militar a grupos narcoterroristas”, relató. Según explicó, tras recibir informes de inteligencia y ejecutar operativos en la frontera con Colombia, su unidad interceptó materiales estratégicos y precursores de estupefacientes que, pese a ello, eran autorizados por superiores militares para cruzar hacia el frente 33 de las FARC.
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Revilla recordó un episodio emblemático: la detención de un ciudadano que transportaba 72 millones de pesos colombianos —unos 38.500 dólares al tipo de cambio de la época—, quien aseguró que el dinero estaba destinado a pagar a los “raspachines”, recolectores de hojas de coca. “Dos días después, esa misma persona cruzó el puesto fronterizo con documentos venezolanos. En solo 48 horas tenía cédula y pasaporte”, afirmó, para subrayar la rapidez con la que detenidos eran liberados y regularizados por órdenes superiores.
Las denuncias lo convirtieron en blanco de represalias. En 2002, afirmó, las FARC enviaron una carta al vicepresidente y al fiscal general de Venezuela solicitando su “neutralización”. “En 2004 fui obligado a una baja forzosa bajo amenaza. Sufrí tres atentados contra mi vida; el último fue contra mí y contra mi hijo de diez años”, sostuvo.
La persecución culminó en 2010, cuando fue detenido al intentar salir del país. Según su testimonio, fue trasladado a los sótanos de la Dirección de Inteligencia Militar (DIN), donde aseguró haber sido sometido a torturas sistemáticas. “Lo sorprendente era que no me preguntaban por campamentos, sino por agentes de la DEA: quiénes eran, dónde estaban, cómo ubicarlos. Entendí que buscaban asesinarlos y luego matarme a mí”, declaró.
El excomandante describió con detalle los métodos de tortura: colgamientos, golpizas, choques eléctricos y privación sensorial. Mencionó el llamado “cuarto de los locos”, aislado con colchones y con control de temperatura, donde —según dijo— lo sometían a frío o calor extremos hasta el desmayo. También habló de una celda conocida como “la tumba”, un espacio reducido con filtraciones de moho que afectaban los pulmones, además de maltratos verbales, humillaciones y amenazas de violencia sexual con el objetivo de quebrar su voluntad.

La presión internacional fue clave para su liberación. Revilla logró enviar una carta firmada con sangre a Estados Unidos, que fue presentada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. “El presidente Chávez ordenó que me sacaran y me dejaran tranquilo. Hugo Carvajal dio la orden de sacarme de los sótanos del DIN, pero con la condición de que debía salir del país”, relató.
Pese a esa orden, decidió permanecer en Venezuela para enfrentar el proceso judicial. Según su versión, el juez y el fiscal que intervinieron le confesaron haber actuado bajo órdenes superiores y ambos fueron asesinados posteriormente. Revilla fue condenado a siete años y cuatro meses de prisión y pasó dos años en Ramo Verde. Tras la muerte de Hugo Chávez y la salida de Carvajal de la Dirección de Inteligencia Militar, obtuvo una medida alternativa.
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En 2017, al cumplir su condena, la persecución continuó y se vio obligado a abandonar el país. Desde el exilio, ha sido testigo protegido en España y Colombia, aunque —según indicó— los procesos judiciales en esos países y ante la Corte Interamericana permanecen paralizados.
“Todos los órganos del poder público en Venezuela sabían de las relaciones entre sectores de la inteligencia militar, miembros de las FARC, de Hezbolá y de ETA. Todos lo sabían”, concluyó Revilla.
Con Información de Infobae.-




