En las principales ciudades del MERCOSUR se repite una escena que ya forma parte del paisaje urbano: personas con trastornos mentales vagando por las calles, sin medicación, sin contención familiar y sin el acompañamiento sanitario que requieren. A veces, su presencia pasa inadvertida; otras, termina en episodios de violencia, daños a la propiedad o situaciones de extremo riesgo, tanto para ellas como para terceros.
Este fenómeno, que mezcla abandono, enfermedad y falta de políticas públicas, no es solo un problema humanitario. También es un problema de seguridad ciudadana que obliga a los Estados a tomar medidas inmediatas.
Un compromiso internacional que los Estados ya aceptaron
Los países del MERCOSUR han suscrito múltiples acuerdos sanitarios que los obligan a coordinar acciones frente a problemas de salud pública, incluyendo la salud mental. A esto se suman dos instrumentos decisivos:
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD)
Ratificada por todos los Estados del bloque, exige atención médica accesible, vida en comunidad y protección contra el abandono. Es decir: nadie con un trastorno mental debería terminar viviendo en la calle sin asistencia.
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El Plan de Acción de Salud Mental de la OMS (2013–2030)
Documento oficial que obliga a los Estados a desarrollar:
Equipos de intervención comunitaria.
Atención territorial.
Programas de vivienda protegida.
Prevención del riesgo para la persona y para la comunidad.
El marco legal existe. Lo que falta es acción.
La calle como último eslabón del abandono.
Cuando una persona con un cuadro psiquiátrico grave queda sola en la vía pública, la cadena de cuidados se rompe por completo. Se pierde el acceso a medicación, aumenta la exposición a agresiones y crecen los riesgos de que, en medio de un brote, cause daños a terceros sin intención.
Para la policía —y lo digo como comisario— estas intervenciones suelen ser de máxima complejidad: se debe resguardar la integridad física de la persona afectada, pero también la seguridad de quienes circulan en el lugar. Sin equipos de salud mental trabajando en territorio, esta tarea se vuelve una misión casi imposible.
» Los Estados tienen la obligación de actuar, no de observar»
La combinación de tratados internacionales, resoluciones del MERCOSUR y leyes nacionales impone una triple responsabilidad:
- Proteger a la persona con trastorno mental
Garantizar atención inmediata, evitar el deterioro y asegurar un tratamiento digno.
- Proteger a la comunidad.
Prevenir daños y situaciones de alto riesgo derivadas de la falta de contención clínica.
- Coordinar salud, seguridad y asistencia social
Ni la policía sola, ni los hospitales solos, ni las familias solas pueden responder adecuadamente.
La intervención debe ser intersectorial.
Lo que debe hacerse ya (y puede hacerse ya)
Equipos de salud mental en calle.
Los Estados deben crear —o activar— grupos de intervención móvil que acompañen a la policía en crisis psiquiátricas. La OMS recomienda este modelo, y en varios países funciona con éxito.
Protocolos claros entre hospitales, municipios y fuerzas de seguridad.
Sin reglas claras, cada actor actúa por intuición y el resultado es imprevisible.
Programas de vivienda y atención comunitaria
Ningún tratamiento es sostenible si la persona sigue en calle.
La vivienda protegida no es un lujo: es parte del cuidado.
Formación continua para efectivos policiales.
Desescalada, trato humanitario, identificación de riesgos y criterios de derivación.
Una intervención bien hecha salva vidas.
Corresponsabilidad familiar.
El abandono no es una opción.
La familia sigue siendo un pilar esencial en los tratamientos de largo plazo.
Un desafío que compromete a todos.
La situación de personas con problemas de salud mental viviendo en la calle no distingue países, partidos ni ideologías. Es un fenómeno regional que exige una respuesta regional.
Los compromisos ya están firmados: MERCOSUR, OMS, CDPD.
Las obligaciones ya existen: atención, inclusión, protección.
Lo que falta es decisión política, inversión en salud mental y coordinación real.
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Porque cuando una persona con un trastorno mental es abandonada en la vía pública, no estamos viendo un problema ajeno.
Estamos viendo el espejo más crudo de nuestras fallas como sociedad.
¡ Recuerda! «Cuando la calle se vuelve el único refugio posible, la calle deja de ser segura para todos»
Braulio Seijas.-

