La imaginación juega un papel fundamental durante la infancia, una etapa en la que muchos niños desarrollan relaciones con amigos imaginarios. Según expertos, estos personajes forman parte de sus juegos diarios y representan una ventana a sus pensamientos más profundos.
El psicólogo Juan Moisés de la Serna, en una publicación para el medio especializado Web Consulta, señala que la creación de amigos imaginarios es un fenómeno natural en la niñez. Aunque pueda resultar desconcertante para algunos padres, está estrechamente relacionada con la creatividad, la inteligencia emocional y las necesidades del niño en su proceso de maduración.
«Como en cualquier aspecto del crecimiento, surgen preguntas sobre los límites entre lo normal y lo preocupante. Dentro del desarrollo infantil, entre los 2 y 3 años de edad, comienza este fenómeno que, en algunos casos, inquieta a los padres. Los amigos imaginarios suelen ser seres idealizados, como superhéroes, hadas o duendes«, explica De la Serna.
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Por su parte, Margaret Svendsen, investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coincide en que este fenómeno es común en niños de entre 2 y 7 años de edad, aunque en algunos casos puede extenderse hasta los 8 años de edad.
Además, la presencia de un amigo imaginario puede ayudar a afrontar pérdidas o situaciones difíciles, siempre que el niño mantenga un claro reconocimiento entre la fantasía y la realidad. No obstante, si esta relación se prolonga por más de tres años o está acompañada de otros síntomas, podría ser motivo de preocupación.
¿Cuándo es motivo de alerta?
De la Serna y Svendsen advierten que, aunque los amigos imaginarios pueden ser positivos, hay señales que podrían indicar un problema si la relación del niño con su amigo imaginario se vuelve demasiado estrecha, al punto de dificultar su interacción con otras personas.
Entre los posibles signos de alarma se encuentran:
- Alucinaciones: A diferencia de los amigos imaginarios, las alucinaciones son involuntarias y percibidas como reales. Pueden estar asociadas a trastornos médicos o psicológicos que requieren evaluación.
- Trastornos del espectro psicótico: Si el niño insiste en que su amigo imaginario es real y no distingue entre fantasía y realidad, además de presentar comportamientos desorganizados, delirios o aislamiento extremo, es recomendable consultar a un especialista.
- Habla egocéntrica prolongada: Aunque es parte del desarrollo del lenguaje, si el niño deja de interactuar con otras personas y solo habla consigo mismo, podría estar experimentando dificultades en su comunicación.
- Impacto negativo en la vida diaria: Si el niño depende excesivamente de su amigo imaginario y esto interfiere en su desempeño social o genera ansiedad al interactuar con otros, es una señal de alerta.
Otro aspecto a considerar es cuando el amigo imaginario surge como respuesta a experiencias traumáticas o se convierte en una figura represora y negativa para el niño.
Consejos para los padres
La psicóloga española Beatriz Portralatín recomienda que los padres actúen con naturalidad frente a la presencia de amigos imaginarios y eviten prohibir esta fantasía. «Es importante no ridiculizar al niño, ni cuestionar la presencia de su amigo imaginario, ni afirmar que está mintiendo», señala.
Por su parte, De la Serna enfatiza la necesidad de establecer límites sanos en el juego, explicando la diferencia entre la realidad y la fantasía, al tiempo que se muestra interés por lo que el niño expresa a través de su amigo imaginario.
En la mayoría de los casos, los amigos imaginarios desaparecen espontáneamente a medida que el niño crece. Sin embargo, si los padres notan señales de alarma, es recomendable consultar a un especialista para una evaluación más profunda.
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