Milagros, la joven venezolana de 18 años de edad, que fue víctima de abuso sexual el pasado 23 de enero, se reencontró con la funcionaria de la Policía de la Ciudad.
Junto a su madre, Thays Campos, fueron hasta la comisaría vecinal 3 A, a entregarle unos presentes a quienes le brindaron su apoyo el trágico día. Fueron recibidas por el jefe de la oficina y Ayelen Martínez, una de las funcionarias porque la otra está aislada por la pandemia.
Martínez, quien tiene tres años siendo parte del cuerpo policial quedó sorprendida ante el hecho porque era el primer caso de abuso sexual que atendía. Ella no sabía cómo hacer para calmar el llanto de la joven venezolana.
“Al terminar el turno y que vino mi reemplazó a la clínica donde estaba, me fui a la casa, en lo que vi a mi mamá me fu en llanto porque aunque no debería involucrarme afectivamente, era imposible porque me vi reflejada como mujer, madre y como hija”.
Ese 23 de enero, a Milagros, debieron atarla en la silla de ruedas, y es que, muchos no notaron el detalle per como la jovencita no podía sostenerse ni controlar su cuerpo, la amarraron para poder sacarla.
“Fue una guardia complicada. Tiene una vida hermosa de acá en adelante porque somos muchos lo que estamos con ella. Mi mayor trabajo era que ella estuviese calmada”.
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