“Podría estar mejor”, consideró el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en cuanto al vínculo de su nación con la Argentina, a través de la administración del Frente de Todos. Justificó esa afirmación en que no fue fácil reconstruir el vínculo después del paso de Mauricio Macri por la Casa Rosada y le pidió al presidente Alberto Fernández “avanzar más en la construcción de confianza”.
En una extensa entrevista en Radio 10, el mandatario cargó todos los dardos contra Estados Unidos -principalmente hacia las políticas de Donald Trump-, dijo que Venezuela “es un país que está en paz”, les pidió a los migrantes que regresen y que “no se presten para mal poner y mal hablar de su patria amada”, veneró al Papa Francisco y reivindicó a los expresidentes Néstor Kirchner y Hugo Chávez. En esa charla de casi una hora no mencionó a la vicepresidenta Cristina Kirchner.
Pese a admitir que dialogó con Fernández por teléfono sobre “diversos temas”, Maduro sostuvo: “No ha sido fácil reconstruir las relaciones de confianza luego de tantos golpes que le dio Macri, tantas mentiras, tantas aventuras. El macrismo es uno de los creadores del Frankenstein fracasado de [Juan] Guaidó [por el líder opositor], tiene las manos metidas en ese experimento fracasado y el daño que hicieron hay que repararlo. Hay que avanzar más en la confianza”.
Además, admitió que trabajará “para que las relaciones puedan estrecharse, mejorarse y llevarlas al nivel altísimo de cooperación del pasado” y mostró interés en que se terminen dos barcos con destino a Venezuela que se construyen en la Argentina y que, según dijo, se encuentran parados por “problemas para mover los recursos” debido al bloqueo de cuentas que denunció de parte de Estados Unidos.
A largo plazo, Maduro vislumbró la posibilidad de que se retome la Unión Suramericana de Naciones (Unasur) impulsada en su momento por Kirchner y Chávez. “Es muy importante, es la herencia de los libertadores: la unión para la liberación del continente. Cuando se creen las condiciones hay que dar ese paso. Es lo que está pendiente”, sostuvo después de tomar un café venezolano y junto a su esposa.
Maduro habló de un “ataque permanente” hacia Venezuela y dijo que existe una “escalada in crescendo” para desfigurarlo como líder y presidente. “Venezuela es un país que está en paz, que entró en una campaña electoral para la elección 29°. Pese a las aversiones económicas, a la agresión política, el intento de golpe de Estado, la autoproclama, las amenazas de invasión de Trump, nunca paramos el cronograma electoral. Va a ser el primer año de crecimiento económico desde que arrancó esta guerra, esta sanción y bloqueo. Por primera vez en 100 años Venezuela está produciendo el 100% de sus alimentos”, comentó sobre la nación que gobierna y aseguró: “No creo que en América Latina y en el mundo haya un país más agredido, amenazado y perseguido que la Venezuela bolivariana. Para nosotros no es un síntoma de autocompasión. A mí no me gusta el lloriqueo, es síntoma para luchar y salir adelante”.
Luego de minimizar la crisis migratoria que allí viven, al asumir que salieron del país “entre 600.000 y 900.000 venezolanos”, mientras que los organismos internacionales entienden que fueron millones, Maduro culpó a Trump como parte de la problemática al decir que sus políticas dejaron a Venezuela en una “situación extrema” y se refirió a la huida de hombres y mujeres como una “válvula de escape” frente a los “mil voltios” de sanciones.
“Son migrantes económicos. Les vendieron a través de las redes sociales que su oportunidad de vida estaba en el exterior y una parte salieron. Muchos han regresado, más de 350.000 entre el año pasado y este año”, justificó. A ellos les habló y les pidió que regresen al país. “Son bienvenidos en Venezuela, vengan a su tierra. Los vamos a coger con solidaridad y amor”, les dijo, aunque les advirtió: “Mientras estén en el exterior no hablen mal de su país, al que habla mal de su país le va mal. No se alineen a la derecha, la derecha los va a utilizar, a manipular”.
LA NACION.-
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