La crisis sanitaria ha provocado que la Real Academia Española (RAE) permita el ingreso a su dignísimo diccionario oficial a términos como barbijo, usado en países como Argentina y Bolivia como ‘mascarilla’. Aunque el homenaje lingüístico más firme a los actuales tiempos es la selección de confinamiento como la palabra del año 2020, superando a postulantes como coronavirus, infodemia, resiliencia, COVID-19, teletrabajo, conspiranoia, (un) tiktok, estatuafobia, pandemia, sanitarios y vacuna.
Tal situación muestra que la RAE busca actualizarse de cierta manera, convirtiéndose de forma declarada en un manual de uso, más que de corrección, postura que en ocasiones le genera malos entendidos, según confesara Santiago Muñoz Machado, director de esa entidad, en un artículo publicado en el diario español El País el 30 de noviembre del año anterior.
Escribió: “He oído en una televisión que la Academia, en la entrada macho del DLE (Diccionario de la Lengua Española), atribuye esta condición al hombre y después al mulo, lo que debe considerarse una grave ofensa, argumenta el crítico. Y en la entrada hembra hace de esta palabra sinónima de ‘mujer’, lo que denota el machismo de los redactores de la obra académica. Pero la lectura correcta del Diccionario no es, ni de lejos, esa: lo que dice es que en el uso común de nuestra lengua la primera palabra se sigue usando frecuentemente para referirse a un hombre y, también, en algunas zonas y ambientes, a un mulo. No está sugiriendo que los hombres y los mulos no sean distinguibles. También está claro que muchas personas que han utilizado alguna vez la palabra hembra, para referirse a una mujer, no lo han hecho de modo despreciativo y machista. No es un vocablo hermoso, pero se usa ampliamente y eso es lo que el Diccionario verifica”.
El País hizo un recuento de algunas de ellas, asomadas en consultas por medios digitales a la RAE, para lo cual ha consultado al lingüista y poeta español Juan Romeu, quien además es doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense y divulgador en la web sinfaltas.com.
Guasapear. Verbo para designar el uso de la aplicación WhatsApp: “Antes que un extranjerismo crudo, siempre es preferible emplear una forma propia del español y, si no, una adaptación al español del extranjerismo. Ha habido adaptaciones algo brutas como fútbol (de football) o fuagrás (de foie-gras) y las usamos sin rechistar, además de otros casos en las que sh ha pasado a ch, como en champú (de shampoo) o chut (de shoot)”, explica Romeu.
Profe. El acortamiento de profesor o profesora es válido. “Son correctos. De hecho, hay otros, como cine (de cinematógrafo) o micro (de micrófono), que se aceptan incluso en un registro más formal”, sostiene Romeu. “Se añadieron muchos acortamientos al diccionario en la edición de 2001 y aún más en la de 2014, como depre (de depresión o depresivo), frigo (de frigorífico) o insti (de instituto).
Imprimido. Participio históricamente reprobado. Los estudiantes de periodismo aprenden a decir impreso y nunca imprimido en la primera clase de la carrera; sin embargo, esa conjugación no tiene nada de malo. “Es frecuente pensar que el participio de imprimir es impreso. Por ejemplo: ‘He impreso el documento’. Sin embargo, imprimido también es correcto. Como dice la RAE en repetidos tuits, aunque es cierto que impreso se usa desde hace más tiempo en español (siglo XIII), imprimido se usaba ya en el siglo XV y no hay razones para censurarlo, siendo la forma regular”, explica Romeu.
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