Una pareja venezolana está causando sensación en Chicago con sus empanadas. Angélica y Daniel, solicitantes de asilo de Venezuela, han encontrado su espacio en el Parque Humboldt, donde cada madrugada montan su puesto con coloridos carteles y una mesa para ofrecer café caliente y empanadas venezolanas.
Instalados en la concurrida intersección de las avenidas North y California, aprovechan el tráfico peatonal del vecindario, especialmente de quienes hacen fila en el edificio de servicios humanos y recursos comunitarios del estado, muchos también solicitantes de asilo de América Latina. “Hemos tenido muchas oportunidades de probar cosas nuevas y hemos encontrado apoyo en la comunidad y en organizaciones de migrantes”, comenta Angélica. Aunque aún no pueden trabajar legalmente en empresas, han hecho nuevos amigos y sienten el respaldo del vecindario.
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Cinco días a la semana, la pareja ofrece comida casera, café y refrescos mientras esperan sus permisos de trabajo oficiales. Desde que comenzaron a vender en verano, sus empanadas se agotan casi todas las mañanas: preparan entre 40 y 50 al día desde la cocina de su casa, siendo los lunes y martes los días de mayor demanda.
Daniel señala que su puesto es el más constante en la zona, atrayendo no solo a personas de la fila sino también a vecinos y personas que se desplazan exclusivamente para comprarles.
Ofrecen cuatro variedades de empanadas: pollo con arroz; mechada, con cerdo desmenuzado, arroz, queso, tomate y plátano; pabellón, con falda de res, frijoles y plátano; y jamón con queso. La empanada mechada es la favorita, sobre todo en el desayuno. Además, Angélica y Daniel hacen entregas a domicilio para quienes desean pedidos al por mayor o no pueden acercarse en persona.
Ganan entre $400 y $600 a la semana, lo que les ha permitido mudarse a una casa en Back of the Yards, pagar sus cuentas y mantener a su familia, según Daniel. Sus dos hijas, de 14 y 5 años, asisten a una escuela bilingüe en el lado suroeste, y para ellos es importante brindarles estabilidad y un sentido de normalidad.
“Nos gusta Chicago, y porque tenemos dos hijas, queremos que tengan estabilidad y hagan amigos en la escuela”, dijo Daniel. “Nos gustaría viajar por Estados Unidos, a lugares que hemos visto en televisión, pero por ahora tenemos que trabajar y ahorrar”.
Tienen la esperanza de un futuro donde puedan echar raíces en Chicago, construir una comunidad y visitar a su familia en Venezuela cuando sea seguro, siempre y cuando puedan regresar sin problemas.
Después de haber vivido en Venezuela, Chile y Colombia, ahora consideran a Chicago su hogar.
“Sería un gran paso tener un futuro aquí que nos brinde oportunidades laborales, estabilidad, documentación, para poder ver a la familia y regresar sin inconvenientes”, expresó Daniel.