Carlos Iván Suárez.- Más del 80 % de los contagiados por coronavirus en Argentina, se han recuperado, en esa lista se encuentra Alba Lozano, una venezolana de 64 años de edad, quien estuvo por al menos tres semanas en Terapia Intensiva y estuvo cara a cara con la muerte.
En su memoria quedaron tatuados algunos recuerdos de esos momentos, aunque cuando la hospitalizaron perdió el conocimiento. «Es ahora que tengo episodios de allá», narra desde su casa.
Ella fue contagiada por una de sus nietas con quien convive, y es que, a pesar de su extremo cuidado, lamentablemente cayó en las estadísticas. «Abuela comenzó síntomas conmigo, estaba tranquila y de repente una madrugada decía que no podía respirar y se agitaba mucho, llamamos a la ambulancia y se la llevaron rápidamente porque no podía respirar. En el hospital nos dijeron que tenia los pulmones muy comprometidos pero ella no se acuerda de nada porque estuvo inconsciente», explica Jinna Salas, nieta de la señora.
Fueron días en los que las horas se hacían eternas y sabían de la paciente sólo por un parte médico que le daban a diario pero ninguno de los familiares podía estar con ella, por eso le llaman la enfermedad de la soledad.
«Yo me negaba a dormir porque pensaba que si dormí me moriría (…) me aferraba a mi Diosito y le decía que teníamos una cita con él en el techo. La fuerza me la daban mis hijos porque me necesitaban», dice Lozano, cuando rememora aquellos días de fatalidad.
«No nos daban esperanzas de que se salvara. Nos decían que del 1 al 10 nos daban 1% de que sobreviviera. Ni un cuerpo de atleta aguantaba lo que ella estaba viviendo», dice con voz entrecortada la nieta quien no podía creer aquello que pasaban y que la última vez que había isto a su abuela fue cuando se la llevaron en la ambulancia porque ni siquiera hubiesen podido velarla.
Al pasar los días y que comenzaba la recuperación, según ellos por un milagro, porque sólo así recobró su sanidad, podía comunicarse con sus afectos a través de la tecnología y con videollamadas hablaban, aunque Alba no quería porque pensaba en sus hijos y en lo mal que se pondrían al verla con tantos tubos y aparatos.
«Me decían que estaban en oración» y eso le daba fuerzas para seguir en la lucha con el virus.
«Sí mata y sí contagia rápido»
«No sólo en Venezuela sino en el mundo entero hay gente que todavía no cree y se reúnen, no usan tapabocas. Deben acudir a hacerse la prueba si alguien de su contacto estrecho se contagia porque sí existe, sí mata, sí deja secuelas, sí contagia rápido y mientras tanto sólo hay dos caminos, la vacuna o la muerte».
Y es que esta enfermedad le dejó secuelas en la movilidad normal de la dama, así como también perturbaciones psicológicas por lo vivido. «tengo miedo a ese salón, a la soledad, a ese aislamiento», explica.
Su preocupación está en Venezuela donde murió una tía de ella por falta de respiradores, cree que allá no vayan a llegar los necesarios para salvar vidas, tampoco las camas que se requieren.
El giro de la vida
Alba tiene cuatro hijos, dos de los cuales siguen en Venezuela pero eso no es impedimento para que estén pendientes también y las 24 horas del día, ahora todos centran su atención en ella.
«Ahora hay que enseñarla a caminar pero es un placer, todo que sí a lo que ella diga, antes como que cada quien por su lado y compartíamos quizá en las comidas pero ahora hablamos más y estamos más unidos para atender a mami»; afirma Salas quien espera que su abuela se quede junto a ella por muchos años más y la vea graduada.
Sueños Renovados
Lozano es profesora de lingüista, trabajó por más de 25 años en su Maracaibo natal, tenía dos labores pero sus ingresos ya no eran suficientes, además de la escasez de sus medicamentos y la crisis general, por lo que decidió dar un cambio por completo y vendió su casa y carro para iniciar una nueva vida en Argentina hace dos años, lo que no imaginó es que este capítulo de su vida sería parte del libro que escribe.
Y aunque estaba titulado en un principio Sueños, ahora será Sueños Renovados porque los sueños y anhelos de Alba Lozano, están hoy, más vivos que nunca.