El mundo de la gimnasia volvió a brillar con la presentación de Simone Biles, la máxima figura de la disciplina no sólo en Estados Unidos sino en el mundo entero. El planeta se paralizó cuando dijo que no volvería a competir sin embargo, el lunes hubo una nueva nueva y era la presentación más esperada y que aunque no ganara la de oro, la ovación y todos los honores fueron para ella.
Fue la tercera en desarrollar su rutina en la jornada dentro el Centro de Gimnasia Ariake y obtuvo un puntaje de 14.000, lo que le permitió quedar en el tercer lugar para adueñarse de la medalla de bronce detrás de la china Guan que se apropió de la dorada (14.933) y Tang que ganó la plateada (14.233).

Una vez que finalizó su actuación, se fundió en un profundo abrazo con su compatriota Lee y su equipo, al mismo tiempo que en el estadio estallaba una ovación.
La deportista de 24 años, ganadora de cuatro medallas de oro y una de bronce en Río 2016, había decidido correrse de los eventos de salto, barras asimétricas, suelo y el all aroud femenino tras realizar apenas un salto errático en la competencia por equipos en su debut, lo que la empujó a marginarse tras algunas complicaciones en su salud mental.
En el último día de competencia de gimnasia, Biles reapareció en esta prueba en la que también había conquistado el bronce en Río 2016 tras quedar por detrás de la neerlandesa Sanne Wevers y la norteamericana Laurie Hernández. «Definitivamente se siente un poco más dulce que aquella medalla», reconoció posteriormente en diálogo con la BBC.